martes, 15 de abril de 2008

Lo más difícil es lo mejor

¿Se han fijado en las series de moda? ¿O en las últimas películas? Si, como por ejemplo House, Perdidos o la que nunca será olvidada: la desaparecida Friends.
Que buenos momentos ¿verdad?
Con una, nos asombramos lo borde que puede llegar a ser un tio, que para colmo es médico; en otra, vemos una terrible intriga... y ¿cómo olvidar esa serie que estuvo en antena durante diez años?
Pues esas tres series son un ejemplo de trabajos excepcionales en doblaje, pero trabajos muy difíciles.
Es cierto que cuando un actor es muy bueno, al doblador le resulta más facil ponerle voz; ya que puede ver muchas referencias, gestos e intenciones en la imagen... Pero cuando el actor de la pantalla es malo, si que es un problema.
En el caso de la archiconocida House, no es el caso. La serie es difícil no porque sus actores sean malos (todo lo contrario), sino porque hay tanta cantidad de tecnicismos, tanta cantidad de letanías, monólogos y dosis de ironía con toques de humor negro; que el doblaje aquí es todo un arte.
Con Perdidos ocurre lo mismo: el ajuste de diálogos está hecho muy muy ajustado (valga la redundancia).
Son diálogos que entran “justos” en las bocas de los personajes, además de pillar las intenciones a los actores (que los hay muy buenos)
Friends es arena de otro costal.
Actores magníficos, diálogos muy currados.
El problema de esta serie es la “clave de comedia” en la que está escrita.
Yo puedo asegurar que doblar a Chandler o a Ross, por ejemplo, es fácil; lo que cuesta es pillar la intención a Matthew Perry o a David Schimmer; que se meten tanto en el papel... que es complicado.
Pero bueno, ahí están los doblajes; realizados por auténticos profesionales que han dado como resultado tres de las mejores series que se han emitido por televisión.

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